¿Podemos entender el proyecto P.A.Z. de los "artistas multimedia" Luizo
Vega y Fabián Pereyra, en el cual veintisiete modelos hicieron topless para
pedir por la paz, como una reflexión incidental sobre la experiencia estética?
¿Quizás ansiando acompañar a Kant en la ruta de su pensamiento se hallan
planteado ir más allá de su tercera Crítica y cuestionar políticamente la
autonomía de lo estético frente al conocimiento y la moral?
Su propuesta, ¿es describir -desde lo fenomenológico- el hecho artístico,
profundizando en la obra de Husserl, Ingarden y Sartre?
¿Estamos frente a una insurrección superadora del hastío que provocan
antigüallas como Platón y Aristóteles, Hegel y Heidegger, Klee y Kandinsky?
¿Será esta "performance" la palabra que faltó en Habermas, Derrida, Deleuze y Eco?
¿Acaso estemos en presencia del último gran manifiesto, aquel que sintetice
los aportes hechos hasta el momento por todas las vanguardias?
¿Lograrán Vega y Pereyra reinstalar la utopía como anhelo profundo y legítimo?
No lo sabemos. "El tiempo, ese gran escultor", acaso decida respondernos.
Andrea Ferrari, columnista de Página 12, se permite sospechar sobre esta
cruzada flower power por la no violencia : "Al parecer, ahora optaron por un
camino más liviano y fashion en busca de una ansiada repercusión internacional".
Si aplicamos el axioma jurídico "a confesión de parte, relevo de prueba" al
riquísimo texto con que los artistas intentan echar luz sobre su obra, el
resultado es desconcertante. Por no decir patético. "La idea es que este
mensaje de paz y buena onda que estamos generando salga de Argentina para
todo el mundo"..."Además de este mensaje de paz que logramos transmitir,
llenamos este lugar de energía positiva".
No sé. Parece poco serio.Cirilo y Siracusa lo hubieran hecho mejor.
Guillermo Bogani
Publicado en leedor.com