Las manos saben; y van. Allí donde el dolor, el amor o la furia reclaman presencia.
Embajadoras de aquello que todavía se supedita al término "inconsciente", no fallan jamás en su destino, ni equivocan la dirección. Siempre es certero su impulso.
Entidades autónomas, conocen el lugar de la herida, el modo de volverse caricia y el instante en que conviene ser puño.
Las manos son primitivas y esenciales. No están sujetas a la cultura ni al designio voluntario. Humildemente nos recuerdan cuánto de nosotros no está sujeto a nuestro exclusivo arbitrio.
Ellas suelen delatarnos. Es única la huella digital. Casi indisimulable la verdad librada a su lenguaje.
Operadoras insobornables de la vida, van más allá de lo pre-supuesto y puedo verlas burlándose de todos los "guantes" que pretenden enmascararlas.
Hechas de inocencia, no saben fingir.
Son tan raras, libres, y genuinas nuestras simples manos...
Guillermo Bogani
Publicado en leedor.com