Lo espectacular de la masiva miseria econòmica que se (y nos) contempla a diario en lo que va quedando de país, tiende a dejar en un còmodo y còmplice segundo plano a "las otras miserias".
Menos groseras y más inmediatas, pero nefastas en su permanencia. Casi invisibles al ser solapadas y socialmente inimputables.
Estoy hablando - y cito sòlo un caso - de "la miseria de los justos". De aquellos que viven estableciendo, regla en mano, cuánto han dado y cuánto se les dará a cambio.
No trampean. No estafan la letra. Pactaron capital e intereses y a ello se remiten.
Inexorables e impiadosos en la mora, libran una guerra santa cuyos soldados disparan cartas-documento reclamando lo estrictamente adeudado. Ni más, ni menos.
No son entidades bancarias ni crediticias, sino maridos y esposas, padres e hijos, novios, amigos, familiares o compañeros que jamás confundirán un contrato afectivo con la entrega generosa que presupone el simple amor.
Dan asco.
Más aún que los grandes, burdos, y evidentes grupos de miserables conocidos por todos.
Mucho más asco.
Guillermo Bogani, 05-07-2002
Publicado en leedor.com